Un estilo para cada hombre. Así se titula la nota escrita por Pepe Nava y publicada en la revista Estadio en 1950, cuyo relato se aboca a los movimientos de impulso y caída del pie en la corrida de distintos velocistas. En la segunda página del escrito, aparece una gran fotografía vertical de Zapotek, corredor checo, de piernas cortas y con nula elasticidad, de acuerdo a la descripción de Nava, pero con “una resistencia inagotable, a prueba del agotamiento (…) devorando la distancia sin esfuerzo aparente, aunque el rostro del corredor esté transmitiendo al mismo tiempo señales de angustia”.

Fue quizás ese último aspecto, de signos exánimes en el rostro, lo que suscitó que Eugenio Dittborn decidiera reproducir y ocupar esta imagen dentro de su obra A fondo perdido, elaborada con acrílico sobre linoca a la vista en 1977 y expuesta dentro de la serie Final de pista, en cuyo catálogo la podemos ver reproducida, como fragmento.

En el catálogo fugitiva (2005) se encuentra la reproducción completa de la obra, además de su imagen encontrada referencial. En este caso, llama la atención que esta última fotografía corresponde a la de Gastón Reiff, velocista belga, cuya imagen fue incluida en la primera página de la nota de Pepe Nava en Estadio. Si bien el ángulo de la fotografía y la postura de los brazos es similar, el rostro de Reiff carece de la extenuación de su par checo.